martes, 3 de agosto de 2010

La burra Margarita y ...

No sé exactamente por qué motivo los burritos son animales que, desde la infancia, percibimos como seres tiernos, dulces, como grandes peluches con respiración verdadera y, así sin quererlo, nos acercamos a ellos y, sin preguntarles si están conformes, nos subimos a sus lomos como chiquillos en busca de revivir esa sensación remota de ser un gran jinete protagonista de los mejores dibujos animados.
En mis recuerdos infantiles conviven dos pueblos, Vilanova de Meià i Válor, y en ellos dos burritos plateros (bueno...en el primero...un burro catalán y en el segundo un burro andaluz...aunque eso no es importante porque quiero presuponer que los burros no entienden de política y les da exactamente igual cuáles son las lindes territoriales).
Hace cuatro años regresé a Válor en busca de respuestas (esas cosas que pasan en la crisis de los cuarenta) y...¿ qué me encuentro por la calle? A la burra Margarita, por supuesto. Cuando uno busca respuestas lo mejor es darse un buen golpe con el pasado y, así, de sopetón, uno entiende que ha sido niño y que ha recorrido un largo camino semejante al constante caminar de los burritos.
Margarita es la burra de Canillo, un hombre tan tierno y tan menudo como su plateado animal. Y Canillo es hijo de Gracia.
Gracia no sabe cuántos años tiene...¿Y el carnet de identidad? me preguntaba mi hija atónita. Y es analfabeta...¿Que no tienen escuela? seguían las alucinaciones de una niña nacida con la escuela en la mochila.
Cuando  conocí a Gracia era recién viuda. En Andalucía es tradición vestirse de negro por la muerte de un familiar por lo menos un año. Pero Gracia, muy cuerda, me dijo "no me pongo de luto porque el negro me afea". Y tiene toda la razón. Le sienta mucho mejor el azul celeste y el rosa, dos de sus colores favoritos.

Gracia no tiene edad, no sabe de letras, le faltan la mitad de los dientes y casi no ha salido de su pueblo, pero su abrazo es un abrazo de vida y su casa está abierta a los viajeros ávidos de unas migas con sardinas. !Para chuparse los dedos! Que los cubiertos son demasiado modernos.

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