jueves, 29 de diciembre de 2011

BELLEZA



BELLEZA

Vamos a llenar de belleza tierna
el espacio enfermo que nos separa
curando las heridas que nos marcan
como seres repletos de torpeza.

Vamos a imaginarnos realeza,
de la salud respaldo y antesala,
para, en otros cuerpos germinada,
reducir el círculo de inclemencias.

Y acunando ese espacio con los sueños,
palabras cabalgando a nuevos hitos,
compartiendo la voz y los susurros,

celebraremos el margen escueto
para estrecharnos fuerte entre el vacío
liberando armas y soltando escudos.

domingo, 18 de diciembre de 2011

VENTANALES Y VENTANUCOS



VENTANALES Y VENTANUCOS

Angostos recovecos marcan límites,
distancias insalvables entre tú
y el otro. Calderones. Ventanucos.
Pequeños pozos de memoria. Síncopes.

Humildes ventanales muestran índices
de confluencia entre cuerpos y rumbos,
líneas abiertas. Sinfonías. Puntos.
Ráfagas de alegría incontenible.

Y alternándose en danza indisoluble
abriendo y cerrando puertas vivimos,
mostrando sólo en parte quienes somos:

ventanales opacos y sin lustre,
Ventanucos translúcidos y fijos.
Ranuras de infinito entre contornos.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Declaración de principios

No quiero comerme el mundo.
Sólo  quiero poder digerirlo sin atragantarme.
Saborear cada llanto, cada sonrisa, cada beso, cada abrazo y también cada desengaño.
Depurar en las vísceras el líquido vital, viaje al infinito de uno mismo.
Explotar de júbilo con vosotros, los que queréis vivir , y con vuestra intención de felicidad para favoreceros vuestro sueño y su materialización.
Quiero fortalecer el hígado y su llanto silencioso.
Resumir la vida a un único punto de vacío donde quepa el universo entero y dejarme caer amorosamente arropada por las lágrimas que purifican, despertando de la ceguera que nos ha apartado de lo auténtico, de lo valioso: ese latido intermitente que nos avisa de que aún estamos vivos y podemos seguir amando.
  
 No quiero mirar.
 Quiero ver y comprender.
 Asimilar los recuerdos y trasmutar su energía en una nueva fuerza creadora.
 Descubrir lo eterno en el instante efímero, bailando serena con el presente, pasado y  futuro, destinos de ese único punto donde quepamos tú, yo y también los otros, fiel reflejo de nuestras dudas y nuestros miedos.
 Quiero declamar al viento ese nuevo verso exprimido de lo mejor de mis silencios, de aquello que nunca fui capaz de decirme frente al espejo.
 Y liberarme en esa única verdad que todo lo abarca y todo lo sabe.
  Quiero pedirme audiencia y dictar mi propia inocencia, aunando juez, víctima y verdugo.

   Quiero consentirme el derecho a equivocarme,
   y el deber de disfrutarme,
   el calor de quererme,
   con pasión,
   con orgullo,
   con deleite,
   con ternura,
   con la libertad de cátedra y de vacaciones por asuntos propios.

  Que al final
        estaré sentada
                en el regazo del abismo
                       sola ante mi sombra
                                para responderle
                                       si ha valido la pena
                                             pasar por esta vida.
                             II
No quiero que el mundo se rinda a mis pies
Quiero ser parte de los pies del mundo;
para conducirlo, aligerar su peso y sostenerlo.
Quiero sentir las piedras en el camino y retirarlas con perseverancia y firmeza.
Que la ley de la gravedad me permita ser copa, tronco y raíces,
aguacero en agosto y sol radiante en diciembre,
ser la mano que tienda la fruta jugosa al pobre sediento del camino
y compartir ese destino fruto de la eclosión de nuestros sueños reprimidos

No quiero una libertad de sentencia.
Quiero aprender a ser libre,
recoger el fruto de mi esfuerzo
salir al ruedo con la piel curtida, el rabo alto y la sangre limpia
para conseguir el indulto del torero,
por bello, por valiente y por auténtico.
Ser parte del espectáculo de este mundo
que ahora gira, abierto, a la velocidad de una sonrisa.
No quiero ignorar mis miedos.
quiero jugar con ellos, dialogar,
extender las cartas y jugar a pecho abierto
sin temor a pérdidas o ganancias

Porque yo vine aquí sin nada
y sin nada quiero irme
sin miedo
       sin desamor
               sin sufrimiento
                        sin cargas
                             sin estruendos

  sólo sintiendo el último instante como el primer aliento




viernes, 22 de abril de 2011

También es primavera en la Casa Castro

Casa Castro

Diecisiete de abril de 2011. Después de un largo viaje atravesando la península de norte a sur, siguiendo el mediterráneo, este año tenemos el aliciente añadido de ver por fin la fachada de nuestra casa pintada. Federico el pintor hace poco que me ha mandado un sms para comunicarme que está a punto de terminar con su trabajo.

Tras años de espera, la incógnita sólo puede despejarse por la imaginación de cada una de nosotras hasta poder contrastarla con la visión de la realidad. Y en este caso el tópico de que "la realidad supera la ficción"  se ha confirmado.

Es mediodía luminoso en Válor. Y cuando digo luminoso quiero decir radiante. Aparcamos cerca del Suizo. Bajamos las escaleras con cierto nerviosismo e impaciencia. Debo deciros que mi madre, Elvira Castro, lleva más de veinte años esperando ese momento. Yo he tenido más suerte: sólo llevo cuatro.

Sólo nos queda la cuesta final. Último tramo. Divisamos el pefil lateral de la casa. Emerge blanca y radiante como el día. Destaca la belleza floreciente. Nos vamos acercando a la entrada principal. Se perciben las molduras, antes invisibles, alrededor de todas las puertas. Los balcones se insinúan curiosos por divisar de nuevo la vida del pueblo.


Suele decirse que el rostro es la imagen del alma y que la felicidad se nota en la cara. Y eso es, ni más ni menos, lo que le ha pasado a nuestra querida casa: se le nota la armonía familiar, el cariño de los descendientes por conservarla, la ilusión de una descendencia por reparar años de decadencia. Porque pintar la casa no es un simple acto rutinario. Simboliza la culminación de un ciclo, la materialización de una transformación interna, la curación de las heridas que dejan la muerte de quienes preservaban con tanto empeño una construcción emblemática.

Y se nos caen las lágrimas de la emoción. Porque sabemos que la pintura simboliza mucho más. Y sentimos la satisfacción de haber emprendido este viaje. Porque ha valido la pena. Porque  significa restablecer el respeto por lo que es de uno y ha sido de los suyos.

Y pienso que también es Primavera en la Casa Castro y que, de la misma forma en que sucede en la naturaleza, rebrota su energía primera. Porque en los últimos otoños ha sabido desprenderse de lo innecesario, y en los inviernos sucesivos ha reflexionado con recogimiento  replegándose en sus raíces. Y ahora aparecen los brotes de una nueva vida. 

Una vida que asume y comprende su pasado, que acepta e integra su presente y crea con ilusión su futuro, sabiendo que se ha iniciado ya un nuevo ciclo. Gracias Federico por reparar con tanta delicadeza el rostro de "La casa de la tienda".