domingo, 15 de enero de 2012

EL TIEMPO EN INTERROGANTES


 
El tiempo como objeto de reflexión es un tema que me apasiona desde la niñez. Recuerdo con cariño un sinfín de disquisiciones filosóficas con mi padre, Juan Borotau, en el comedor de casa o en esos momentos cercanos a la noche cuando se acercaba a mi cama para despedirse con un beso. A veces tenía miedo de cerrar los ojos. No sabía qué pasaría en ese período nocturno. No sabía si, al despertarme, seguiría él intacto para mi. Pronto me di cuenta que entre el cerrar y abrir los ojos había otro tipo de tiempo: el tiempo soñado, en un espacio sin materia que, a mi entender, tenía tanta o más importancia que el tiempo vivido en un tiempo-espacio tridimensional.
 La preocupación del ser humano por el tiempo ha sido una constante desde los tiempos más inmemoriales. Consciente de su fin como materia , demasiado a menudo, pasamos más tiempo pensando en el tiempo que viviéndolo.
Husmear en las estancias de la casa Castro me ha mostrado cómo el tiempo pasa y no pasa simultáneamente. Intentaré explicarme: pasa de forma cronológica, los objetos y las personas envejecen, se deterioran; pero el tiempo entendido como evolución, proceso de mejora, de cambio, no siempre pasa, porque necesita de algo más que el paso sin sentido de las hojas de los calendarios. Necesita de una voluntad creadora consciente que desee cambiar las cosas, que desee provocar un “cambio de tiempo”.
Por ello el paso cronológico no significa de ningún modo un verdadero paso del Tiempo.
Así, aquello que no hayas resuelto hoy deberás resolverlo mañana, o pasado, o el otro...o quizás mueras sin resolverlo y tal vez quedará pendiente para tus descendientes perpetuándose ad infinitum hasta que alguno de ellos tome las riendas de los minutos y decida resolverlo.
 Entonces, para tí, no habrá pasado el Tiempo verdadero, aquél que aprende, aquél que supera, aquél que perdona, acepta, asume, madura y suelta, aquél que produce un cambio interno, aquél que es un simple puente a un nuevo estado de Consciencia ofreciendo una nueva respuesta a preguntas no resueltas.
Y preguntando, preguntando nació este soneto como un intento de descifrar el código intrínseco del tiempo:

INTERROGANTES 

¿y si el tiempo fuera un sueño perdido?
¿Y si el sueño fuera un tiempo olvidado?
¿Y si el olvido fuera fascinado
por un sueño en un tiempo revivido?

¿Sería ese olvido razón y estímulo? 
¿Sería ese sueño aliciente franco?
¿Sería ese tiempo un hijo bastardo
del recuerdo y del deseo de olvido?

¿Y si este tiempo que invierto en el tiempo
sólo un sueño perdido y tibio fuera,
instantes de silencio, tiempo muerto?

El tiempo sería audacia, respuesta
creativa, imagen, pensamiento,
puro marcapasos en la consciencia.



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